jueves, 13 de noviembre de 2008

El lenguaje del fraude

Introducción

La cultura de una región, de un pueblo o de un país, está íntimamente relacionada con la comunicación, es decir, los símbolos y signos del lenguaje (entendido en su sentido más amplio: Palabras, gestos, símbolos visuales, música, ritmos, entre otros). Algunas costumbres, sean éstas positivas o negativas para el desarrollo de la sociedad, toman su raíz de la comunicación que se generan en estos pueblos, regiones o naciones.

Los colombianos hemos aprehendido, en el transcurrir de los siglos, la cultura del fraude, del engaño y la mentira. Nos es difícil erradicar esta cultura pues, a pesar los grandes padecimientos que caracterizan a nuestra sociedad, recurrimos al engaño como una forma de vida.

En este ensayo es mi propósito reflexionar sobre algunos elementos que, por generaciones, han influenciado el surgimiento y continuidad de la cultura del fraude en nuestras naciones latinoamericanas.


1. Comunicación y cultura

La enciclopedia electrónica Wikipedia define la comunicación como “Un fenómeno natural en todo el universo por el hecho de que esta aporta a su receptor un paquete de energía compatible con su sistema de transacción de cargas, beneficiándose en alguna de sus capacidades”[1]
Nuevamente la enciclopedia Wikipedia define la cultura como “el conjunto de todas las formas y expresiones de una sociedad determinada. Como tal incluye costumbres, prácticas, códigos, normas y reglas de la manera de ser, vestimenta, religión, rituales, normas de comportamiento y sistema de creencias”[2]

Las sociedades, con el transcurrir del tiempo, van formando su cultura, es decir, sus valores, sus códigos y sus prácticas aceptadas. Las culturas no se forman de un día para otro, ni surgen por el dictamen de una persona o de una ley. Los hombres interactuamos con los demás y vamos estableciendo, con la práctica diaria, un lenguaje o comunicación eficaz que nos permite transmitir mensajes o contenidos significativos. Estos contenidos o mensajes, al ser insertados en nuestra cotidianidad, establecen principios y códigos que practicaremos o guiarán nuestra conducta.

Algunas culturas o sociedades tienen prácticas ancestrales que, a los “occidentales”, nos parecen descabelladas y fuera de toda comprensión, pero esas prácticas “descabelladas” surgieron con una práctica inicial que algunos miembros de la comunidad hicieron y tuvo algún significado para ellos, luego se convirtió en una práctica habitual hasta el día de hoy. Un ejemplo de ello es la práctica de una tribu aborigen al sur de Colombia de cortar el clítoris de las niñas y las mujeres.

Algunas prácticas culturales son el resultado del esfuerzo humano por establecer principios que propicien la igualdad, la justicia y la prosperidad para todos. Pero no siempre las prácticas humanas se derivan de estos altos ideales, sino que proceden de intereses mezquinos de algunos miembros de la comunidad.

2. ¿Qué es la cultura del fraude y la mentira?

El fraude ha sido definido como: “Acto realizado para eludir una disposición legal en perjuicio del estado o de terceros, o para burlar los derechos de una persona”[3]
Otra definición para fraude es: “Acto mediante el cual una persona, engañando a otra o aprovechándose del error en que se halla, obtiene ilícitamente alguna cosa o un lucro indebido”[4]

Así que podemos definir la cultura del fraude como aquel conjunto de prácticas sociales engañosas que han sido aceptadas, aunque de manera no explícita, como normales en el desarrollo de la vida comunitaria.

Pienso y estoy convencido que un buen número de colombianos nos conducimos en nuestra vida diaria, en nuestro trabajo, en nuestras relaciones matrimoniales, en la vida civil, y en muchos aspectos de nuestra vivencia en medio de un mundo caracterizado por el fraude. Nos es fácil engañar, mentir y presentar ambigüedades en nuestra comunicación debido a que nos hemos acostumbrado a convivir con el fraude. A veces nos volvemos expertos en usar nuestra habilidad del habla para engañar o disfrazar la realidad, como dice Jorge Casamayor “Hay quienes aprovechan su facilidad de expresión y su gesto campechano para tratar de asuntos muy importantes como lo hace la levedad de una cortina de humo..”[5]


2.1 La mentira, un mal de la sociedad desde tiempos antiguos

La cultura de la mentira y el fraude, a través de la comunicación, no es algo exclusivo de nuestra sociedad colombiana. Desde tiempos inmemoriales ella ha estado presente en este mundo y ha buscado quedarse como un actor importante de la vida comunitaria. La Biblia, un maravilloso libro que nos narra, entre otras cosas, la vida de algunos hombres y naciones del mundo antiguo, nos cuenta cómo empezó el fraude en la comunicación. En una escena que muchos eruditos modernos consideran como una fábula o mito, la caída del hombre en su primer pecado, la Biblia nos presenta un ejemplo de cómo se da el inicio del fraude en la comunicación. El enemigo del hombre, Satanás, representado en una serpiente astuta, se acerca a la mujer y le dice: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?[6] Realmente el mandato de Dios había sido “De todo árbol del huerto podrás comer[7]” La idea aquí es que la maldad en el hombre empieza cuando prefiere creer algo que es mentira, solo por el hecho de parecerse a la verdad. Las palabras de la serpiente suenan parecidas al mandato de Dios, pero en realidad no lo son. Dios no había prohibido que comieran de todos los árboles, solo prohibió comer de un árbol en especial.

Hay un peligro real cuando pensamos que la mentira es lo contrario de la verdad, pues, siempre pensamos que el engaño o el fraude solo se comete cuando éste es opuesto de manera radical a lo verdadero, pero no es así. La mentira es cualquier distorsión que uno haga de la verdad. Así sea en un grado pequeño, si modificamos una verdad, ya se convirtió en una mentira, y esta clase de mentira que, en cierto sentido, se aproxima o se parece a la verdad es muy peligrosa, pues, ella se camufla en una apariencia de verdad.

Este problema es muy abundante en nuestra comunicación, hablamos mentiras que se parecen a la verdad y nosotros mismos pensamos que no está mal, por lo tanto lo convertimos en una práctica aceptada y nos acostumbramos a usar un lenguaje difuso, aunque con apariencia de verdad.

En la misma Biblia encontramos ejemplos de mentiras usando el lenguaje distorsionado o confuso. Abraham, uno de los patriarcas de la nación judía, llega a Egipto con su hermosa esposa Sara. Abraham no desea tener problemas a causa de la belleza de su mujer y le pide que diga a todos que ella es su hermana. Abraham no ve problemas éticos en esto, pues, Sara era pariente de él. La verdad es que ella era su esposa, el vínculo mas especial que había entre ellos no era el de parientes cercanos, eran esposos, esta era la realidad y es lo que debían decir. Lo otro era una mentira, aunque muy cercana a la verdad. Es por eso que el Señor incluye en los Diez mandamientos de su Santa Ley la prohibición de mentir o engañar al prójimo. Los hombres tenemos gran habilidad para mentir, y recurrimos a ella para salir de una manera fácil de cualquier dificultad.

La historia de la humanidad abunda en ejemplos de la mentira en el uso de un lenguaje ambiguo para obtener provechos personales.


3. La comunicación ambigua y las prácticas del fraude en la formación de la cultura latinoamericana.

Habiendo entendido que los patrones de conducta, los códigos morales y las prácticas diarias en la interacción humana son el resultado del proceso cultural en la formación de las sociedades humanas, cabría preguntarnos ¿Cómo ha influenciado los códigos comunicativos y las prácticas culturales en la formación de una cultura del fraude en nuestra amada Latinoamérica?
Algunos historiadores insisten en afirmar que el pueblo latinoamericano, con sus costumbres y códigos morales relajados frente al tema de la honestidad, se derivan de la unión de las razas y culturas que prístinamente habitaron estas regiones y de las otras culturas que llegaron de Europa y África.

Los españoles llegaron a nuestras tierras en búsqueda de los grandes tesoros y la leyenda del Dorado. Muchos de ellos vinieron a saquear, robar y llevarse para sus tierras todas las riquezas posibles. No estaban interesados en radicarse en estas tierras, como si sucedió con los puritanos que llegaron a América del Norte huyendo de la persecución religiosa. Estos puritanos querían crear una nación donde hubiese libertad para todas las religiones y creencias, un país próspero donde se pudiera honrar la santa ley de Dios.

Por el contrario, las tierras de América Latina fueron invadidas por filibusteros y personas con prácticas morales aberrantes, solo querían invadir y saquear. Al encontrarse con los aborígenes americanos, cuando no pudieron quitarle las riquezas a la fuerza, acudieron al engaño. Su lenguaje fue ambiguo y lleno de mentiras, prometían a los aborígenes americanos recompensas o intercambios beneficiosos para ellos, cuando en realidad solo era una trama para luego aprovecharse de la confianza depositada y robarles.

Los aborígenes también aprendieron a reconocer la comunicación engañosa de los españoles y, con el fin de defenderse, usaron las mismas armas. Incluyeron en su lenguaje y comunicación diaria el fraude, la lisonja, el engaño, la mentira, las ambigüedades del lenguaje, con el fin de obtener un beneficio que les permitiera continuar subsistiendo.

Por su lado, los africanos traídos como esclavos a América Latina, en su afán de ser librados de los fuertes castigos de sus amos, recurrieron al fraude en la comunicación, al engaño y la mentira como un medio socialmente aceptado.

Lo que comenzó como una práctica para alcanzar un interés personal, pasó a convertirse en una norma para la cultura naciente en América Latina.

Pero estas prácticas fraudulentas, basadas en una comunicación y lenguaje ambiguos y mentirosos, no se acabaron una vez cesó la esclavitud y la persecución y la persecución contra los aborígenes, sino que quedó impregnada en nuestra sociedad, como un elemento “natural de la misma”.

Ejemplos del uso del lenguaje y la comunicación como elementos para el fraude.

3.1 El medio empresarial: Hoy día no es difícil encontrar al empresario que contrata a sus nuevos empleados prometiéndoles algunos beneficios o prebendas, o contratándolos para trabajar determinadas horas semanales, pero, en la práctica, y con el pre-conocimiento del empresario, el empleado no recibe todos los beneficios prometidos y debe trabajar más horas de las contratadas. De la misma manera el empleado, cuando se ve engañado o siente que se le vulneran los términos del contrato de trabajo, procede a menguar en su rendimiento. Cuando su jefe está presente el empleado trabaja de manera ideal, pero, una vez el jefe no está presente, se desatienden las responsabilidades. Ni qué decir del coger elementos de la empresa para llevárselos para su casa, aduciendo que esto es justo puesto que no recibe la recompensa justa por su trabajo.

3.2 La política: Lo mismo puede verse en la actividad política de nuestras naciones. En este tema se presenta un círculo vicioso de engaño, donde hay un líder político que engaña a determinada comunidad prometiendo ciertos beneficios locales o personales a cambio del voto para ganar las elecciones, pero la misma comunidad sabe que el político no cumplirá sus promesas, no obstante, ellos reciben los beneficios personales del corrupto, pero, en últimas, votan por otra persona, o puede que voten por la misma, si el político les da un adelanto personal de lo prometido, aunque sepan que no recibirán nada más.

Esta práctica de la compra de votos es un fenómeno que no se acaba, y se da en políticos y pobladores de todas las regiones colombianas. Algunos usan los medios burdos de la compra de votos a cambio de licor, cemento o comida. Otros son mas sofisticados y compran los votos a cambio de beneficios grupales particulares, como el acueducto para un pueblo, un puesto de salud para un barrio, entre otros. No obstante, esto es una práctica fraudulenta, tanto en el político como en los que son comprados con los votos, pues, no es correcto ni está en consonancia con la labor política el llegar a los cargos públicos para beneficiar a un grupo en particular, sino que se debe buscar el bien común de toda la sociedad, la igualdad de oportunidades.

3.3 La actividad comercial: Lo mismo puede hablarse de nuestras relaciones comerciales, donde los vendedores engañan a los compradores prometiendo beneficios del producto, que evidentemente no tiene. También el fraude se ve en la copia ilegal de libros, Discos compactos, programas de computadores, entre otros, justificado por nuestra economía precaria o la gran riqueza del dueño del libro o del disco de música; pero estas razones no justifican que cometamos fraude. Hoy día es fácil encontrar publicidad ambigua que busca confundir y engañar a los posibles compradores. Algunos empresarios ofrecen “fidelidad” del producto, pero con esa palabra no están diciendo lo que el comprador puede entender. Ni qué decir de los contratos comerciales, llenos de palabras que confunden a los clientes, los cuales, a la hora de reclamar algún incumplimiento del contrato, ven como se frustran sus reclamos debido a una interpretación ambigua que se hace al texto. Otro ejemplo del uso del lenguaje para engañar en las actividades comerciales consiste en el subprime, lo cual es explicado por Raúl Sorh “El mundo financiero internacional se tambalea. Nadie sabe a cuánto alcanza el monto de las pérdidas del llamado mercado "subprime". Este concepto del mundo bancario norteamericano consta del prefijo latino sub, que significa bajo de algo, en tanto que prime, también de raíz latina, expresa lo óptimo. De manera que subprime es algo que está bajo lo óptimo. Hubiese sido más claro hablar de un mercado de alto riesgo. Pero a los mercados, eufemismo para aludir a banqueros y la amplia gama de operadores financieros, no les gusta hablar de riesgos. Por eso escogen términos sofisticados como "hedge funds", que no es otra cosa que un fondo de alto riesgo. La opacidad y falta de transparencia en los mercados financieros es directamente proporcional al vocabulario grandilocuente empleado.”[8]

3.4 El mundo religioso: La religión no se escapa a este fenómeno del abuso del lenguaje con el fin de engañar. Encontramos numerosas iglesias o centros religiosos donde sus líderes dicen o afirman ofrecer ciertos beneficios a las personas que se someten a sus preceptos, pero, en el fondo, es simplemente engaño, pues, las personas no reciban los beneficios prometidos.



CONCLUSIÓN

La sociedad humana no escapa al abuso del lenguaje y la comunicación con el fin de obtener provechos egoístas a costa del sufrimiento de los demás.
Aunque esta es una realidad histórica muy marcada en Colombia, estamos viviendo momentos especiales de progreso en nuestra sociedad, que deben ser aprovechados para desarraigar de manera definitiva las prácticas fraudulentas que estamos acostumbrados a usar en nuestra vida diaria.

Abandonando estas prácticas lograremos el verdadero desarrollo y progreso que anhelamos los colombianos. Un pueblo o una nación donde no se puede confiar en la palabra de los demás, porque estamos acostumbrados a engañar y ser engañados, no conocerá el verdadero desarrollo social, político, económico e integral.

[1] www.wilipedia.org/comunicacion
[2] www.wilipedia.org/cultura
[3] Varios autores, Diccionario planeta de la lengua española. 1982. Bogotá. Editorial Planeta.
[4] www.mundonotarial.com.mx/Notario/Glosario_2.htm
[5] Sotomayor, Jorge. 2007, Marzo 15. Debilidades, brechas del lenguaje para el engaño. Aragón liberal, periódico online. Extraído el 17 de Mayo de 2008. http://www.aragonliberal.com/20070314-debilidades-brechas-del-lenguaje-para-el-engano.html
[6] Santa Biblia. Sociedades Bíblicas Unidas. 2006. Corea
[7] Santa Biblia. Sociedades Bíblicas Unidas. 2006. Corea
[8] Sohr, Raúl. (2008, Marzo 30). Radio Universidad de Chile. Extraído: el 18 de Mayo, 2008 de http://www.radio.uchile.cl/notas.aspx?idNota=44281

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